La bitácora de las violencias

La bitácora de las violencias

PARTE Iii

Texto: Daniela Rea

FOTOS: MARIA RUÍZ

ANÁLISIS DE DATOS: GEORGINA JIMÉNEZ

ILUSTRACIONES: ROSARIO LUCAS

Es un lunes de septiembre. Año 2021. Son las diez de la mañana, y estamos a las afueras de la Agencia especializada para la atención a personas adultas mayores víctimas de violencia familiar en la Ciudad de México. Hace una hora abrió la oficina y la sala de espera ya está ocupada por mujeres que vienen a denunciar o a dar seguimiento a alguna investigación por agresiones en su contra.

10:30 AM. Llega la señora Elisa* de 67 años, viene a dar seguimiento a una denuncia que puso en febrero de este año en contra de su hija y su nuero, quienes querían despojarla de su casa. “Ella y él me querían correr, les dije que no, que es mi casa y ella se puso muy violenta. Vine a denunciar y a los 15 días llegó la policía de investigación y le dijo a mi hija de 39 años que tenía 15 días para irse, o si no la iban a desalojar con granaderos”.  Su hija se salió y siete meses después Elisa vino a responder a otro citatorio.

 

10:50 AM. Llega la señora Lourdes* de 67 años, viene acompañada de su hija para denunciar violencia por parte de su esposo. El señor tiene demencia senil y desde el confinamiento las agresiones aumentaron. Vive con miedo porque su esposo empezó a tener brotes psicóticos y le impidió salir de su casa. Decidieron denunciarlo porque amenazó de muerte a su hija. “No quiero ver a mi papá tras las rejas pero tampoco quiero ver cómo a lo mejor mata a mi mamá” cuenta Lourdes, que se llama igual que su mamá. Cuando su padre la amenazó de muerte su madre habló al 911, ahí le dijeron que acudiera a denunciar al Centro de Justicia para las Mujeres en Tlalpan donde no les recibieron su denuncia. Y por eso llegaron aquí.

 

 11:00 AM. La señora Martha*, de 69 años, sale de la Agencia. Camina con ayuda de un bastón a paso muy lento. En abril de este año denunció a su hija que le quiso pegar. “Cada que le pega el marido, mi hija se desquita conmigo y me pega a mí. Ese día su marido la arrastró, le arrancó el cabello, tengo una bolsita de plástico con su cabello”.  Martha es víctima de violencia de su hija, que a su vez es víctima de violencia de su pareja. Las historias de estas mujeres son cúmulos de violencias estructurales a lo largo de sus vidas. “Ella parece que jamás va a entender que está mal, que necesita ayuda, y parece que para que se de cuenta tengo que pasar por esta denuncia”. El proceso la tiene alterada, tuvo un pre-infarto y tiene ataques de ansiedad. Ella quiere cerrar el caso. Quiere descansar.

 

11:26 AM. La señora Aurora*, de 72 años, sale de la Agencia. Vino a dar seguimiento a una denuncia que puso, primero contra su medio hermano y ahora contra su sobrino, a ambos por agresiones y amenazas. Sale molesta porque, de nuevo, la mandaron al psicólogo. “Yo ya no quiero ir al psicólogo, yo lo que quiero es que me hagan caso, que me den resultados. No estoy loca, esto no se resuelve con psicología”.

 

11:40 AM. Llega una señora de 69 años que no quiere dar su nombre. Viene acompañada de su esposo. Ambos caminan a paso lento. Ella va con andadera. Quiere denunciar a su inquilino que la acosa sexualmente. El policía que vigila la entrada de la Agencia le dice que esa oficina es para adultas mayores, pero sólo por violencia intrafamiliar, la manda al búnker, a unos 20 metros de distancia, donde se presentan denuncias generales.

Al acudir a las Lunas las mujeres son entrevistadas en cubículos privados para medir el nivel de riesgo al que están expuestas y luego canalizarlas

Las denuncias

 

Durante el año 2019, un total de 90,000 mujeres fueron víctimas de algún delito y presentaron denuncia, según los datos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, de ellas 8,300 eran mayores de 60 años. En el año 2020 fueron 77,700 las mujeres víctimas de algún delito que presentaron denuncia, de ellas 6,820 fueron mayores de 60 años. Esto quiere decir que alrededor de un 9% de las mujeres víctimas de delitos que denuncian, son adultas mayores.

 

El descenso de denuncias entre el 2019 y 2020 puede atribuirse al año de pandemia, que implicó el confinamiento, pues con ello muchas personas no pudieron acudir a los servicios legales. Wendy Figueroa, directora de la Red Nacional de Refugios, Wendy Figueroa, afirmó que la violencia doméstica contra las mujeres aumentó en pandemia y por ello habrá que esperar a los datos del cierre del 2021.

“Cuando las mujeres adultas mayores salen de casa (a denunciar) es porque en esa casa ya no hay de otra y ya no pueden más”, dice Ingrid Gómez, titular de la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México. 

 

Alin Irene Lemus es una de las 170 abogadas del Centro de Justicia para las Mujeres, de la Secretaría. Su trabajo es asesorar a las víctimas en los procesos judiciales. Lo que más denuncian las adultas mayores son casos de violencia familiar y, desde sus años de experiencia, nos cuenta que los hijos y las hijas ejercen violencia física, psicológica y económica; mientras que la pareja ejerce más la física y psicológica.

 

“Todos los casos que llegan son impactantes porque no se puede entender que se lastime a las adultas mayores. Si es alguien que te amó tanto, y ya envejeció  y ya no tiene fuerza, ¿por qué las maltratan, por qué lastiman?”, dice Alin en entrevista con Pie de Página.

 

La abogada explica que una vez que la denuncia se pone ante la Fiscalía son los Ministerios Públicos (MP) quienes deben cuidar por la seguridad de las denunciantes. Muchas de estas mujeres son más vulnerables una vez que denunciaron y el sistema de seguridad y de justicia no es tan expedito como para garantizar que estarán bien una vez iniciado el proceso contra sus agresores.

Mujeres comparten las violencias en colectivo y con acompañamiento psicológico en una de las Lunas de la CDMX ( Foto: María Ruiz, intervención gráfica: Rosario Lucas

El valor y el riesgo de denunciar

 

Muchas mujeres acuden a pedir ayuda, pero no quieren iniciar el proceso judicial, sólo que les den medidas de protección contra sus agresores. Alin considera que muchos de los conflictos no deben judicializarse, sino que debe optarse por justicia alternativa para el beneficio de las adultas mayores.

 

La señora Elisa salió de la agencia con los papeles en mano, una hora después de ingresar. Agregó en su declaración que la pareja de su hija amenazó con matarla para quedarse con la casa. Han pasado siete meses desde que denunció y el caso sigue abierto, tampoco le ha llamado el psicólogo para atenderla de las agresiones que sufrió. Elisa se queja, no tiene tiempo ni dinero para venir a cada rato. Quiere que le ofrezcan una alternativa, no quiere que escale contra su hija, no quiere afectarla, ni llevarla a prisión.

 

“Yo les quiero decir a las mujeres mayores como yo que no se dejen, que alcen la voz para que se puedan cumplir sus sueños de no ser agredidas”, dice la señora Elisa antes de retirarse a su casa recuperada. “Hay marchas de mujeres violentadas, pero por las adultas mayores nadie marcha y nosotras debemos decir nuestra voz, es doloroso darnos cuenta, pero es más doloroso vivir así”.

 

El no ser violentada no debería ser un sueño, es un derecho. 

 

*No se pusieron los apellidos de Elisa, Lourdes, Martha y Aurora para proteger su identidad.